Lo cierto es que, independientemente de mi profesionalidad, llevo ya varios meses con un pensamiento recurrente y he decidido compartirlo, a ver si alguna de vosotras se lo queda y consigo que me deje en paz. Vamos a ver, ¿es mi cabeza o hay algo especialmente embriagador en el aroma del duty free, sección cosmética? Y no me refiero solo a la natural mezcla de aromas. Es algo opiáceo y envolvente; de repente el tiempo se ralentiza, aunque por la megafonía anuncien la última llamada para tu vuelo, el dinero te pesa en el bolsillo, aunque hayas gastado el doble de tus cálculos provisionales, te sientes muy bella y muy necesitada a un tiempo como esas veinteañeras que anuncian cremas antiarrugas. Y caes, sí, amigas, caes, en el primer artilugio cosmético a tu alcance, la última compra de tu viaje.
Y cuando por los pelos, logras llegar a tu asiento, rodeada de pasajeros malhumorados que te achacan, con razón, el retraso en la salida de su vuelo, sacas del bolso un producto como este, y de repente es como si despertaras de un viaje lisérgico.
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Lápiz de cejas con reminiscencias ochenteras |
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Aquellos maravillosos años |
El caso es que el Bro Contour Pro de Benefit, que cuesta 35 euracos (algo menos en el duty free), define, ilumina y perfila las cejas. Y una se pregunta, ¿de verdad hay que hacerle todo eso a una ceja? No me entendáis mal, no dudo de las bondades del Bro Contour Pro, es solo que es demasiado 'pro' para mí. Debajo os dejo una copia de las instrucciones.
Y mientras me guardo en el bolsillo mi compra embalada me juro a mí misma que la próxima vez iré directa a la sección de licores.
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