lunes, 30 de septiembre de 2019

Manicura para torpes 2: Im-presionante

Un breve post para hablaros de mi último hallazgo. Parece que lo de pintarse las uñas está demodé. Hasta la manicura multicolor que triunfó este verano entre millenials, premillenials y postmillenials está ya bastante superada.
Una firma de los más ingeniosa llamada Estetiplan acaba de sacar la impresora de uñas. ¿Que cómo funciona? El gadget (antes decía artilugio) tiene la misma pinta que un escáner, solo que en lugar de folios se meten dedos. Basta con elegir tu propio diseño: las fotos de tus sobrinos, el escudo de tu equipo de fútbol, una imagen de la patrona de tu pueblo, tu signo zodiacal y el de tus nueve mejores amig@s, o en su defecto algo más abstracto; y llevar la foto en tu móvil. Una vez allí se la enseñas a tu esteticista y ella se encarga de pasarla a la maquinita y de ahí a tus uñas en el tiempo récord de 20 segundos por unidad. O sea que, a menos que seas Ana Bolena, estás lista en 3'20''. Para l@s que carecéis de imaginación la firma ofrece sus propios diseños, pero qué queréis que os diga, es como esa gente que tiene un hijo y le pone el nombre según el santoral... Ya que es ponéis modern@s tiraros un poco el rollo, ¿no?
Buscando el modelo perfecto

Si vivís en Madrid, lo tenéis en el Oh my cut! de Ayala, ahora en oferta por 15 €. Yo creo que me voy a imprimir los símbolos que aparecen en los envases cosméticos, a ver si así me los voy repasando en el metro y me los aprendo de una vez, pero tendré que esperar a que me crezcan un poco las uñas, en estos momentos sería como escribir el Quijote en diez granos de arroz.

viernes, 27 de septiembre de 2019

Horóscopo de octubre

Los días cortos y las mantas en el sofá no obligan a consagrarse a la introspección. Además, lo bueno de una misma es que puedes llevártela a cualquier lado. Pasea tu yo, da un rodeo antes de volver a casa, siéntate en una terraza para aprovechar lo que queda de sol, vete por ahí de copas con amigos,… Aparte de tonificar los glúteos, que nunca les viene mal, te quitarás de la cabeza esas molestas cosas que te incordian.
Poesía, una máscara hidratante, un helado con frutas, un baño de espuma, esa comedia romántica que te sabes casi de memoria, tumbarte y escuchar un disco con los ojos cerrados, probar un nuevo esmalte de uñas, saborear una copa de vino, regar las plantas,… Hacen falta más tardes de domingo y menos consultas al móvil, la agenda y el calendario. Pero piensa que las tardes de domingo no tienen que ser necesariamente de domingo, ni tardes.
Ni idea de quién ha decidido que este ritmo loco no pare ni de en dónde puede reclamarse por ello. Y no, no te lo mereces. Nadie se lo merece. Por si sirve de algo, aquí va una de esas ideas que ya estás despreciando antes de leerla: pensar que nada de eso te está pasando a ti. Te está pasando, vale, pero puede ser como conducir o montar en bicicleta. Tú sigues mientras piensas en otras cosas. Ni te enteras. Automatizas. Un colorete alegre puede ayudar. Incita a sonreír. De veras.
Sentirse decepcionado es bastante parecido a morder una almendra amarga: no te lo esperabas, sabías que podía pasar pero no pensabas conscientemente que iba a ocurrir, el momento se suma a la larga lista de traumas (y van…) y, pasados unos segundos, no se te ocurre nada que pueda quitarte ese sabor de boca. Suena demasiado mal decir que hay que tragar y seguir adelante, que no será la primera ni la última. Suena mal, pero es así. Lo importante es sacar fuerzas para hacer que eso no impida que vuelvas a ilusionarte.
Los astros se alían para decirte que va todo bien, que te lo creas, que no tienes que rendirle cuentas a nadie ni esperar una futura mala racha que equilibre las cosas, que el karma está controlado y que has alcanzado la velocidad de crucero. Lo que no significa que no haya pequeños contratiempos. Por ello, es importante que recuerdes que llegar un día tarde porque se te han pegado las sábanas o dejar caer la tostada por el lado de la mantequilla no son señales del apocalipsis. Son apenas pruebas de que la vida sigue su curso. De que no estás soñando.
Pongamos que ves venir el caballo blanco. Ahora trata de imaginar qué lo monta. Puede ser un príncipe azul, un megatrabajo, un ascenso, un billete de lotería, un piso nuevo, un gran viaje,… Cuando consigas verlo me cuentas. Ponerle cara a los anhelos ayuda a identificar el desasosiego. Mientras lo haces, si tienes a mano un espejo fíjate bien a ver lo que ves. Puede que necesites hidratarte, o una mascarilla para el pelo, o probar una máscara de pestañas. O puede que no se trate de nada de eso sino de salir de ese sofá real o simbólico en el que estás dejando pasar los días, lo notes o no.
Antes de nada, MUY FELIZ CUMPLEAÑOS!! Celébralo y, sobre todo, autorregálate cosas. Nadie mejor que tú para elegir regalos. Nadie que disfrute más escogerlos y envolverlos, prepararlos y entregarlos. Nadie que se sienta mejor dándolos. Y nadie al que le guste más recibirlos. Estás en el momento del año perfecto para hacer todo ello una y otra vez, en ciclos infinitos.
Los cambios de etapa están sobrevalorados. Vivimos en una nueva era y palabras como monotonía, cotidiano, sensación de confort o apatía existencial están a nada de caerse del diccionario. Normal que te sientas en tensión, como si todo fuese a desmoronarse, y que repetirte constantemente la letanía de que esto es para estar luego mejor acabe hartándote. Tienes todo el derecho a sentirte una olla a punto de estallar. La cuestión es si merece la pena, porque probablemente todo seguirá igual después de que explotes.
Nada va a quitarte la sensación de que necesitas descansar y evadirte. Tienes derecho a patalear todo lo que quieras si de aquí a Navidad no puedes cogerte vacaciones. Sugerencia: coloca frente a la ventana una tumbona, unas plantas, algo para picar y un cocktail, ponte ropa de verano y unas gafas de sol, vaporiza algo que huela a campo o playa, cierra los ojos y pon la mente en blanco. Con media hora puede servir.
Haberte ventilado en un fin de semana tu serie favorita no puede ser visto como el detonante de una crisis existencial. De hecho, tal vez sea el momento de plantearte cómo va la novela de tu vida. Ese amigo que está raro, esa relación que parece más estable de lo normal, ese al que conociste no hace mucho y de quien no sabes qué pensar. Se avecinan tramas. En ti está querer o no implicarte en ellas.
Generosa, creativa, divertida, cariñosa, sociable, abierta, comunicativa,… eres un amor de persona! Lo que no puede entenderse, si lo miras desde una perspectiva ajena a ti, es que de vez en cuando te encierres contigo misma a excavar un hoyo infinito. Porque, si lo hiciese otro, tratarías de convencerle de que eso no tiene sentido. Y ya sé que, después de todos estos años, nos conocemos. Somos irremediables. Forma parte de nuestros ciclos. Con todo, cuando te dé la tentación de autoenclaustrarte piensa en hacerlo para dedicarte a algo que te guste. Cocinar. Bailar. Echarte en la cama con las piernas en alto a mirar al techo.
Si te apetece ponerte un gorro azul y caminar por la calle dando saltitos no te lo pienses ni contemples lo que otros podrían pensar. Es el momento. Siempre es el momento. Dentro de veinte años recordarás con una sonrisa el día del gorro azul. Dentro de veinte años sentirás en la boca un regusto a amargura si encuentras en el fondo de un cajón el gorro azul y te das cuenta de que nunca llegaste a estrenarlo. Y, por si hace falta aclararlo, el gorro azul sirve de metáfora para todo.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Maquillaje para dummies: corrector

Lo del corrector es algo así como un photoshop manual cuyo objetivo es camuflar las zonas del rostro que presentan un tono que no nos gusta. Ahí ya entra lo que cada cual considere, pero es aconsejable no tapar todo lo que presenta otro tono porque eso acaba dando un aspecto un tanto artificial. Lo más común es querer unificar el tono de manchas, granos, ojeras y las decoloraciones que casi todo el mundo tiene junto a las aletas de la nariz, en torno a la boca y en la barbilla.
Para camuflar hay que elegir un producto lo más parecido posible a nuestro tono de piel, o mezclar varios hasta llegar a nuestro tono, y depositarlo con el aplicador, una esponja, un pincel o (lo mejor según la mayoría) los dedos y presionar. La clave es esta: si con la base de maquillaje lo importante era difuminar, con el corrector lo que interesa es que se pegue bien a la piel y se quede en su sitio, que penetre y agarre; así que debemos hacer presión, empujar hacia dentro.
Además de acertar con el tono, para lograr el objetivo hay que elegir bien la textura. Para decoloraciones leves a veces puede utilizarse la propia base de maquillaje y si queremos camuflar un área amplia probablemente convendrá que mezclemos el corrector con la base, crema hidratante o sérum para diluirlo. En el caso del contorno de los ojos, que tiene una piel muy fina que aguanta mal el peso, lo mejor es utilizar un corrector líquido y golpear repetidamente con la yema del dedo hasta que desaparezca la ojera.
Los granos y marcas deben taparse directamente, aplicando el producto de tal modo que dejen de verse y difuminando con un pincel o los dedos el círculo que los rodea.
Si se quiere tapar una rojez pueden usarse los correctores verdes, que las neutralizan. Pero con cuidado de no pasarse y acabar con aire de marciano de serie B. Para decoloraciones muy pequeñas puede usarse uno de esos lápices de color carne, pero siempre que tenga el tono de la piel.

martes, 24 de septiembre de 2019

Frigo sí, frigo no

Que los minifrigoríficos para cosméticos que han invadido las redes en los últimos tiempos son cuquis nadie lo niega. Despiertan ese instinto latente de volver a jugar a las muñecas y tienen la gracia de todo lo mini. La cuestión es si son necesarios. Quizá debido a los impulsos consumistas de la presente era, quizá por haber tenido algunas horas tontas, en los últimos días esto me ha dado que pensar.
Ante todo, el sentido común indica que no es fácil justificar la compra de un frigo-mini si se tiene uno ya en casa de tamaño humano medio en donde pueden reservarse huecos para potingues. A no ser que la casa en cuestión sea una mansión de tres plantas en la que el tocador esté a diez minutos de la cocina y las habitaciones no cuenten con minibar. En ese caso, quizá sí se entiende el desembolso de una pasta por algo que, en tan penosas circunstancias, no entraría en la categoría de caprichos. Solo de pensar que habrá por ahí alguien con ese problema me deprimo. Pobre gente…
Con todo, persiste la duda de si es necesario mantener los cosméticos en la nevera. Los expertos dicen que no hace falta y la realidad revela que en las tiendas están en estanterías. La cosa –me decía yo estos días– es que, bien mirado, lo mismo pasa con los huevos; o con centenas de alimentos que vienen envasados y se guardan en la alacena pero, desde el momento en que se abren, nada les hace librarse de la cadena perpetua. Y, en cualquier caso, puede no ser necesario pero tampoco creo que les haga ningún mal.
Encontrándome entretenida con tan trascendental dilema, decidí acercarme a la cocina para ver qué potingues tengo yo en el frigo. Porque ya no es solo que me haya autoproclamado experta en belleza, sino que me consulto a mí misma cuando tengo alguna duda. Descubrí que guardo varios y, como soy así de maja, pensé que estaría bien compartir la lista en un post para dar ideas. En casi todos los casos se trata de cosas que potencian sus propiedades cuando se aplican frías, aunque algunos son apaños hazlo-tú-misma que realmente tienen que estar en la nevera. La regla básica es “nada compuesto de aceites”, porque eso sí que se estropea al enfriarlo.
Esta es…
Lo que tengo en la nevera
Crema hidratante fluida y contorno de ojos sin aceites
Antifaces y mascarillas de ojos, las compradas y mis apaños: rodajas de pepino, discos de algodón empapados en fluidos y bolsas de té congeladas.
Tónico, agua termal y otros espráis del mismo tipo
Gel de aloe vera y cremas para pies, tobillos y piernas
La piedra de jade rodante, que está fría en sí pero cuanto más mejor. Uno de estos días hablamos de ella.
Y, en verano y en veroño, todo lo que se pone pringoso sin deber serlo con el calor: barras de labios, lápices, correctores,… Si me acuerdo. Si no, suelo hacerme un borrón, acordarme de todos los muertos de alguien inconcreto y meterlos diez minutos en el congelador mientras reparo el estropicio.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Manicura a prueba de tembleques


Tras más de seis meses compartiendo con vosotras mis pequeños éxitos y mis grandes fracasos, creo que estáis al corriente de muchas de mis debilidades y limitaciones... Así que no os cuento nada nuevo si os hablo de mi pulso vacilante, de mis dedos como ramitas al viento o de que cada vez que saco el racimo de llaves, mis vecinos entonan el "jingle bells"...
Por eso recibo con regocijo la idea de la marca Colombiana Masglo que ha creado el remedio definitivo a la manicura para torpes. Se trata de un esmalte que, con el gráfico nombre de 'Pegatina', se adhiere a los bordes de la uña y funciona a modo de barrera transparente para no mancharte los dedos. Una vez aplicado el color, debes retirar con cuidado el producto, y observar embobada tus uñas perfectamente delimitadas.
La idea es tan buena, que me sugiere la misma pregunta que la maleta con ruedas o la compresa con alas: si la humanidad lleva siglos viajando y bastantes más menstruando... cómo es posible que no se nos ocurriera antes.
El desbordar se va a acabar

Ahora hay que ponerlo en práctica. Claro que con mi pulso tendré que embadurnarme la pegatina hasta rodillas y codos. A razón de 9€ el frasquito, igual me sale más barato bajarme al chino...
Para todas las demás, aquí va el tutorial:
https://www.youtube.com/watch?v=NZggGt5Hrnc


lunes, 2 de septiembre de 2019

Maquillaje para dummies: colorete en crema

Un clásico/básico que rejuvenece, potencia la frescura, aporta vitalidad, alegra el tocador y hace sonreír (al aplicarlo y tras aplicarlo). Aunque no es ni mucho menos un invento reciente, como lleva unos años en alza hay gran variedad de marcas y tonos para elegir. Además, los coloretes en crema y las barras de labios prácticamente solo se diferencian en el formato, por lo que basta meter el brazo hasta el fondo en el bolso y rebuscar para encontrar alguno.
Aplicarlo, con todo, tiene su intríngulis, comenzando por dónde debe estar. El truco viejuno de sonreír para marcar el lugar en el que sobresale el pómulo es un arma de doble filo, porque no siempre da los mejores resultados. Desde Glubp aconsejamos (qué bien ha quedado esto!) orientarse a partir de unas sencillas coordenadas: de mitad del ojo a la oreja y del ojo al final de la nariz. Si el resultado no convence podrá desplazarse de acuerdo con los gustos y facciones de cada cual.
El colorete en polvo se aplica con brocha al final del proceso, justo antes de recoger los bártulos, y crea un efecto de muñeca de porcelana especialmente adecuado para algunos looks; pero el colorete en crema suele aplicarse mientras aún se están maquillando o están por maquillarse labios y ojos, antes de los polvos, siguiendo esa regla de que las texturas húmedas van antes y las secas después. El objetivo es que se adhiera a la piel, como la base y el corrector, para que parezca que es un rubor que sale de dentro.
Una vez depositado el producto hay que difuminarlo haciendo que «entre» en la piel, que forme parte de ella. Para que el efecto sea más natural lo que nos quede en aquello que estemos utilizando para difuminarlo (la esponja, el pincel o los dedos) puede aplicarse en la raíz del pelo, la parte alta de los párpados o la barbilla, de tal modo que el tono esté un poco por todo el rostro, unificándolo. Esto da un aspecto más natural y mimetiza el efecto del sol en la piel.
Al utilizar un colorete en crema hay dos cosas a tener en cuenta: 1) que «baja» conforme la piel lo va absorbiendo, por lo que es probable que al cabo de unos minutos tengamos que volver a aplicarlo; y 2) que es muy difícil «bajarlo» cuando nos pasamos, por lo que conviene ser precavidas y controlar. Como en todo lo referente al maquillaje, aquí también se cumple la regla: cuanto más capas apliquemos más natural será el efecto. Pero siempre que sean capas finas.
Y, por último, un aviso a navegantes: dejar más producto en el centro, en donde se aplica el pegote inicial, está siendo tendencia entre las francesas. Repito: las francesas. Si no habéis tomado nota ya estáis tardando.