Que los minifrigoríficos para cosméticos que han invadido las redes en los últimos tiempos son cuquis nadie lo niega. Despiertan ese instinto latente de volver a jugar a las muñecas y tienen la gracia de todo lo mini.
La cuestión es si son necesarios. Quizá debido a los impulsos
consumistas de la presente era, quizá por haber tenido algunas horas
tontas, en los últimos días esto me ha dado que pensar.
Ante todo, el sentido común indica que
no es fácil justificar la compra de un frigo-mini si se tiene uno ya en
casa de tamaño humano medio en donde pueden reservarse huecos para
potingues. A no ser que la casa en cuestión sea una mansión de tres
plantas en la que el tocador esté a diez minutos de la cocina y las
habitaciones no cuenten con minibar. En ese caso, quizá sí se entiende
el desembolso de una pasta por algo que, en tan penosas circunstancias,
no entraría en la categoría de caprichos. Solo de pensar que habrá por
ahí alguien con ese problema me deprimo. Pobre gente…
Con todo, persiste la duda de si es
necesario mantener los cosméticos en la nevera. Los expertos dicen que
no hace falta y la realidad revela que en las tiendas están en
estanterías. La cosa –me decía yo estos días– es que, bien mirado, lo
mismo pasa con los huevos; o con centenas de alimentos que vienen
envasados y se guardan en la alacena pero, desde el momento en que se
abren, nada les hace librarse de la cadena perpetua. Y, en cualquier
caso, puede no ser necesario pero tampoco creo que les haga ningún mal.
Encontrándome entretenida
con tan trascendental dilema, decidí acercarme a la cocina para ver qué
potingues tengo yo en el frigo. Porque ya no es solo que me haya autoproclamado
experta en belleza, sino que me consulto a mí misma cuando tengo alguna duda.
Descubrí que guardo varios y, como soy así de maja, pensé que estaría bien
compartir la lista en un post para dar ideas. En casi todos los casos se trata
de cosas que potencian sus propiedades cuando se aplican frías, aunque algunos
son apaños hazlo-tú-misma que realmente tienen que estar en la nevera. La regla
básica es “nada compuesto de aceites”, porque eso sí que se estropea al
enfriarlo.
Esta es…

Lo que tengo en la nevera
Crema hidratante
fluida y contorno de ojos sin aceites
Antifaces y mascarillas de ojos, las
compradas y mis apaños: rodajas de pepino, discos de algodón empapados
en fluidos y bolsas de té congeladas.
Tónico, agua
termal y otros espráis del mismo tipo
Gel de aloe vera
y cremas para pies, tobillos y piernas
La piedra de jade rodante, que está fría en sí pero cuanto más mejor. Uno de estos días hablamos de ella.
Y, en verano y en veroño, todo lo que se
pone pringoso sin deber serlo con el calor: barras de labios, lápices,
correctores,… Si me acuerdo. Si no, suelo hacerme un borrón, acordarme
de todos los muertos de alguien inconcreto y meterlos diez minutos en el
congelador mientras reparo el estropicio.
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