viernes, 27 de septiembre de 2019

Horóscopo de octubre

Los días cortos y las mantas en el sofá no obligan a consagrarse a la introspección. Además, lo bueno de una misma es que puedes llevártela a cualquier lado. Pasea tu yo, da un rodeo antes de volver a casa, siéntate en una terraza para aprovechar lo que queda de sol, vete por ahí de copas con amigos,… Aparte de tonificar los glúteos, que nunca les viene mal, te quitarás de la cabeza esas molestas cosas que te incordian.
Poesía, una máscara hidratante, un helado con frutas, un baño de espuma, esa comedia romántica que te sabes casi de memoria, tumbarte y escuchar un disco con los ojos cerrados, probar un nuevo esmalte de uñas, saborear una copa de vino, regar las plantas,… Hacen falta más tardes de domingo y menos consultas al móvil, la agenda y el calendario. Pero piensa que las tardes de domingo no tienen que ser necesariamente de domingo, ni tardes.
Ni idea de quién ha decidido que este ritmo loco no pare ni de en dónde puede reclamarse por ello. Y no, no te lo mereces. Nadie se lo merece. Por si sirve de algo, aquí va una de esas ideas que ya estás despreciando antes de leerla: pensar que nada de eso te está pasando a ti. Te está pasando, vale, pero puede ser como conducir o montar en bicicleta. Tú sigues mientras piensas en otras cosas. Ni te enteras. Automatizas. Un colorete alegre puede ayudar. Incita a sonreír. De veras.
Sentirse decepcionado es bastante parecido a morder una almendra amarga: no te lo esperabas, sabías que podía pasar pero no pensabas conscientemente que iba a ocurrir, el momento se suma a la larga lista de traumas (y van…) y, pasados unos segundos, no se te ocurre nada que pueda quitarte ese sabor de boca. Suena demasiado mal decir que hay que tragar y seguir adelante, que no será la primera ni la última. Suena mal, pero es así. Lo importante es sacar fuerzas para hacer que eso no impida que vuelvas a ilusionarte.
Los astros se alían para decirte que va todo bien, que te lo creas, que no tienes que rendirle cuentas a nadie ni esperar una futura mala racha que equilibre las cosas, que el karma está controlado y que has alcanzado la velocidad de crucero. Lo que no significa que no haya pequeños contratiempos. Por ello, es importante que recuerdes que llegar un día tarde porque se te han pegado las sábanas o dejar caer la tostada por el lado de la mantequilla no son señales del apocalipsis. Son apenas pruebas de que la vida sigue su curso. De que no estás soñando.
Pongamos que ves venir el caballo blanco. Ahora trata de imaginar qué lo monta. Puede ser un príncipe azul, un megatrabajo, un ascenso, un billete de lotería, un piso nuevo, un gran viaje,… Cuando consigas verlo me cuentas. Ponerle cara a los anhelos ayuda a identificar el desasosiego. Mientras lo haces, si tienes a mano un espejo fíjate bien a ver lo que ves. Puede que necesites hidratarte, o una mascarilla para el pelo, o probar una máscara de pestañas. O puede que no se trate de nada de eso sino de salir de ese sofá real o simbólico en el que estás dejando pasar los días, lo notes o no.
Antes de nada, MUY FELIZ CUMPLEAÑOS!! Celébralo y, sobre todo, autorregálate cosas. Nadie mejor que tú para elegir regalos. Nadie que disfrute más escogerlos y envolverlos, prepararlos y entregarlos. Nadie que se sienta mejor dándolos. Y nadie al que le guste más recibirlos. Estás en el momento del año perfecto para hacer todo ello una y otra vez, en ciclos infinitos.
Los cambios de etapa están sobrevalorados. Vivimos en una nueva era y palabras como monotonía, cotidiano, sensación de confort o apatía existencial están a nada de caerse del diccionario. Normal que te sientas en tensión, como si todo fuese a desmoronarse, y que repetirte constantemente la letanía de que esto es para estar luego mejor acabe hartándote. Tienes todo el derecho a sentirte una olla a punto de estallar. La cuestión es si merece la pena, porque probablemente todo seguirá igual después de que explotes.
Nada va a quitarte la sensación de que necesitas descansar y evadirte. Tienes derecho a patalear todo lo que quieras si de aquí a Navidad no puedes cogerte vacaciones. Sugerencia: coloca frente a la ventana una tumbona, unas plantas, algo para picar y un cocktail, ponte ropa de verano y unas gafas de sol, vaporiza algo que huela a campo o playa, cierra los ojos y pon la mente en blanco. Con media hora puede servir.
Haberte ventilado en un fin de semana tu serie favorita no puede ser visto como el detonante de una crisis existencial. De hecho, tal vez sea el momento de plantearte cómo va la novela de tu vida. Ese amigo que está raro, esa relación que parece más estable de lo normal, ese al que conociste no hace mucho y de quien no sabes qué pensar. Se avecinan tramas. En ti está querer o no implicarte en ellas.
Generosa, creativa, divertida, cariñosa, sociable, abierta, comunicativa,… eres un amor de persona! Lo que no puede entenderse, si lo miras desde una perspectiva ajena a ti, es que de vez en cuando te encierres contigo misma a excavar un hoyo infinito. Porque, si lo hiciese otro, tratarías de convencerle de que eso no tiene sentido. Y ya sé que, después de todos estos años, nos conocemos. Somos irremediables. Forma parte de nuestros ciclos. Con todo, cuando te dé la tentación de autoenclaustrarte piensa en hacerlo para dedicarte a algo que te guste. Cocinar. Bailar. Echarte en la cama con las piernas en alto a mirar al techo.
Si te apetece ponerte un gorro azul y caminar por la calle dando saltitos no te lo pienses ni contemples lo que otros podrían pensar. Es el momento. Siempre es el momento. Dentro de veinte años recordarás con una sonrisa el día del gorro azul. Dentro de veinte años sentirás en la boca un regusto a amargura si encuentras en el fondo de un cajón el gorro azul y te das cuenta de que nunca llegaste a estrenarlo. Y, por si hace falta aclararlo, el gorro azul sirve de metáfora para todo.

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