Yo antes soñaba que me quedaban varias asignaturas para
terminar la carrera, que tenía que volver a la facultad y que, claro, veinte
años después, no había ningún compi al que gorronearle los apuntes. Ahora sueño
que no soy beauty expert, que sigo lavándome la cara con jabón lagarto y que
nunca dejé de escribir sobre sesudos libros que arrugan el entrecejo. Y os lo
juro que me despierto con unos sofocos y unos espasmos que me hacen pensar si
no estaré ya entrando en "esa etapa de la vida de la mujer'. Porque lo
creáis o no, desde que me dedico a la divulgación estética me siento otra,
tengo una confianza, un porte, un savoir faire, que no conocía en mi vida
anterior. Y he decido que para completar esta nueva etapa en mi existencia
necesito un novio. ¿Cómo se os queda el cuerpo? Sí, amigas, una Barbie, por muy
independiente que sea precisa de un Kent, y yo ya no soy ese ratón de
biblioteca que conocisteis, soy la ratita presumida y quiero echarme un
ratito.
Así que, como además una es una mujer moderna, sin prejuicios
vigésimo seculares me he descargado una aplicación de contactos en el móvil. Segunda sorpresa del día. Es que no ganáis pa sustos conmigo. Ahora tengo que
hacerme un perfil, redactar un pequeño texto sobre mí y sobre todo subir unas
cuantas fotos. Descartada las imagenes de la orla y documentos de
identificación, me quedan unas con mi prima en la pradera de San Isidro, donde
el traje de chulapa me aporta un peligroso parecido con Doña Rogelia y dos más
empujando la torre de Pisa en sentido contrario. Nunca me gustó retratatarme pero como os digo, llegó el momento de cambiar.
Para mi sesión de selfies vuelvo a traicionar la cosmética patria y me aplico otro de los productos más vendidos del mercado: el colorete, Orgasmic Blush de Naars. No hace falta que os explique por qué tiene tanto éxito. Tal cual, amigas, según sus creadores, su color, a medio camino entre el rosa y el melocotón, producen el mismo efecto en las mejillas que un buen revolcón. Y esto de ligar es como pedir un crédito en el banco, la única manera de tener éxito es convencerlos de que no lo necesitas. La verdad es que no es barato, pero tampoco prohibitivamente caro. 32 € me gasté el día que me enteré de su existencia, y de su condición de must de la cosmética mundial. Pero hasta hoy no le había encontrado el momento.
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