miércoles, 5 de junio de 2019

Como churros: sobre Tinder y Orgasmic Blush


Yo antes soñaba que me quedaban varias asignaturas para terminar la carrera, que tenía que volver a la facultad y que, claro, veinte años después, no había ningún compi al que gorronearle los apuntes. Ahora sueño que no soy beauty expert, que sigo lavándome la cara con jabón lagarto y que nunca dejé de escribir sobre sesudos libros que arrugan el entrecejo. Y os lo juro que me despierto con unos sofocos y unos espasmos que me hacen pensar si no estaré ya entrando en "esa etapa de la vida de la mujer'. Porque lo creáis o no, desde que me dedico a la divulgación estética me siento otra, tengo una confianza, un porte, un savoir faire, que no conocía en mi vida anterior. Y he decido que para completar esta nueva etapa en mi existencia necesito un novio. ¿Cómo se os queda el cuerpo? Sí, amigas, una Barbie, por muy independiente que sea precisa de un Kent, y yo ya no soy ese ratón de biblioteca que conocisteis, soy la ratita presumida y quiero echarme un ratito. 
Así que, como además una es una mujer moderna, sin prejuicios vigésimo seculares me he descargado una aplicación de contactos en el móvil. Segunda sorpresa del día. Es que no ganáis pa sustos conmigo. Ahora tengo que hacerme un perfil, redactar un pequeño texto sobre mí y sobre todo subir unas cuantas fotos. Descartada las imagenes de la orla y documentos de identificación, me quedan unas con mi prima en la pradera de San Isidro, donde el traje de chulapa me aporta un peligroso parecido con Doña Rogelia y dos más empujando la torre de Pisa en sentido contrario. Nunca me gustó retratatarme pero como os digo, llegó el momento de cambiar.


Para mi sesión de selfies vuelvo a traicionar la cosmética patria y me aplico otro de los productos más vendidos del mercado: el colorete, Orgasmic Blush de Naars. No hace falta que os explique por qué tiene tanto éxito. Tal cual, amigas, según sus creadores, su color, a medio camino entre el rosa y el melocotón, producen el mismo efecto en las mejillas que un buen revolcón. Y esto de ligar es como pedir un crédito en el banco, la única manera de tener éxito es convencerlos de que no lo necesitas. La verdad es que no es barato, pero tampoco prohibitivamente caro. 32 € me gasté el día que me enteré de su existencia, y de su condición de must de  la cosmética mundial. Pero hasta hoy no le había encontrado el momento.
Uy creo que se me ha ido la mano. Parezco Heidi hiperventilando. Voy a matizármelo un poco y luego os cuento.

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