lunes, 10 de junio de 2019

Hasta el moño

No os engañeis, son muy pocas las veces en las que la estética se alía con la naturaleza, menos aún con la naturalidad, y aún menos las ocasiones en las que puedo contradecir a mi abuela. Muy pocos los momentos en que la máxima "la que quiere presumir tiene sufrir" o su vertiente cañí "pasar cochura por hermosura", no llega a mí a través del espejo, en una cruel versión de la abuelastra de Blancanieves.
Por eso cuando me enteré del último grito en peinados para esta temporada, corrí entusiasmada a compartirlo con vosotras. ¿Sabéis ese moño coronillero; ese peinado chapuza que os hacéis en el cubículo de vuestra ofi y os quitáis hasta para ir al baño; ese remiendo perfecto que os sujeta los pelos del flequillo; esa doblez sobre el cuero cabelludo que se ajusta a las dos vueltas de la goma...?
PUES SE LLEVA. 
Tal cual. Lo luce Carlota, lo pasean las influencers y vosotras ya estáis tardando en ponéroslo, que lo que hoy es trendy, mañana será vintage... 
Collige, virgo, moñum.
A veces no estan duro ser un 'it'.

 

Cosas que he aprendido en mis estancias en Youtube. Cosas que envejecen



    Os paso una nueva lista de apuntes recopilados a base de escuchar atentamente lo que dicen las gurús youtubers, en esta ocasión en relación con todo aquello que nos puede echar años encima. O, dicho de otro modo, maneras de evitar ser una chica de oro prematura.


-       Pasarse con los polvos. Del mismo modo que con la acumulación de cumpleaños se alargan las resacas, se va notando más el peso del bolso y se tiende a reflexionar antes de calzarse unos tacones, a medida que van pasando los años a la piel le cuesta cada vez más aguantar todo aquello que se le pone encima que no puede absorber y, en consecuencia, tiene que sostener. De ahí el antipático ‘efecto acordeón’ que crean en los párpados las sombras en polvo. De ahí, también, los repetidos consejos destinados a evitar que, en un afán por homenajear a nuestra ya citada María Antonieta, la cara acabe por parecer una máscara de yeso cuarteada.

-          Pasarse con el corrector, o con la base. Por el mismo motivo que lo anterior: cuanto más denso, más pesa, y más le cuesta a la piel sostenerlo. Por ello se recomienda aplicarlo a golpecitos, con idea de que penetre, y controlar las cantidades.

-          Cualquier tipo de línea, sea la raya del ojo, el perfilador de labios o el arco de la ceja. Dicho en plan teorema, toda línea recta acabará siendo sinuosa cuando se aplique sobre una piel poco tersa. El secreto es difuminar.  Mucho mucho mucho. Y más. Pintar y pasar el pincel, el bastoncillo, el dedo o lo que sea para que no se noten contrastes.

-          El código de barras. Especialmente cuando el color de los labios se cuela por las arrugas. De nuevo, difumínese. Aunque antes se haya utilizado un lápiz para resucitar ese claro perfil que nos salió a los catorce y empezó a desaparecer unas décadas más tarde, tras aplicarlo se recomienda difuminar. Lo de usar un perfilador transparente no acabo de verlo del todo claro, pero habrá que probar (Nota: poner en la lista de la compra) (Nota 2: posible 'momento cobaya').

-          El colorín. Es decir, tonos subidos, colores fuertes, y en general todo lo que tienda a crear un 'efecto payaso'. Lo que no quiere decir que una no pueda ponerse picassiana si le apetece. Simplemente, hay que partir de la premisa de que nos quitaremos años con marrones y rosáceos, y nos los pondremos pintarrajeando.

   Envejecer es un poco aburrido, la verdad. Con lo que me gusta a mí el colorete...

domingo, 9 de junio de 2019

Fuera, mancha maldita

Llega una edad en que no nos ponemos morenas, se nos juntan las manchas. Si a partir de los cuarenta no ves tu cara de diferentes colores en el espejo, no es que no tengas un problema de pigmentación, es que además de manchas tienes presbicia; y a eso o le pones cura o se te arruga el rabillo del ojo que es una barbaridad.
A mí el tema de las cremas blanqueadoras siempre me ha parecido muy políticamente incorrecto. En la India, las chicas las usan para aclararse el tono de la piel, porque nadie les explica que su color es precioso. Mi abuela decía que había que beber vinagre para estar más blanca, aunque nunca la vi hacerlo. A veces bebía orujo y se ponía colorada, pero ese ya es otro tema... El caso es que cualquier tono de piel es bonito, siempre que sea uniforme, pero cuando tu cara parece un test de Rorschach para daltónicos, ha llegado el momento de usar un producto antimanchas.
Yo desde que me dedico a esto he probado unos cuantos, caros, baratos, naturales, abrasivos... ¿Funcionan? Hasta cierto punto. Digamos que aclaran las manchas, pero no las quitan del todo y hay que tener mucho cuidado o vuelven a salir. Mi última adquisición es el Sesderma Pack. Personal Peel Program, un 'autopeeling', compuesto de unas toallitas exfoliantes y una crema selladora que termina de quitarte la capa manchada y descubre tu piel de bebé bajo los escombros.
Yo soy muy fan de las toallitas. Creo que desde la fregona, no se ha inventado nada más práctico en este país que las Comodynes. Así que de entrada el producto me gusta. y debo decir que después de tres 'autosesiones' noto mi piel más uniforme. El problema es que el pack solo trae cuatro toallitas y cuando se ha terminado el peeling aún te queda mucho sealing... Y yo pues no voy a tirar la crema... me la sigo poniendo en solitario, que algo hará...
Pero para todas las que sois demasiado jóvenes para recordar a Ramón Sánchez Ocaña en Más vale prevenir ahí os dejo otra de las advertencias apocalípticas de mi abuela: '¡La piel tiene memoria!' El sol de los veinte, serán cráteres lunares a los cuarenta. Protegeos ahora, nenas, si no queréis veros dentro de unos años frente al espejo gritando impotentes cual Lady Macbeths enloquecidas: '¡Fuera, mancha maldita!


viernes, 7 de junio de 2019

Cosas que he aprendido en mis estancias en Youtube. Los 'nunca jamás'



En mis ya múltiples periplos he ido encontrado tanto 'deberes' como 'prohibidos', por lo que creo que es el momento de empezar a recopilar lo que hay que evitar a la hora de maquillarse; es decir, los 'nunca jamás' (cada uno de los cuales merece su propia entrada, pero hoy me centro en hacer un listado provisional, en plan apuntes):

     -        El 'efecto panda', por otros denominado 'mapache invertido'. Un exagerado contraste de claroscuros que fue tendencia cuando Meghan ni soñaba con sentarse al lado de la reina de Inglaterra en los eventos, pero hoy por hoy es un definitivo ‘nunca-jamás’ y queda hasta pelín casposo.

-          Demasiados polvos. A no ser que vayamos a interpretar un remake de Las amistades peligrosas. En ese caso, además de con un arsenal de polvos hacerse con uno de lunares. 

-          Pasarse con el iluminador. Las de Renée Zellweger en una gala de los Oscar antes de operarse o las de Uma Thurman cuando todo el mundo pensó que se había operado son imágenes que no se nos borran de la mente por muy fuerte que cerremos los ojos. En teoría, embadurnarse de purpurina para un evento puede parecer glamuroso. En la práctica no suele resultar. Digan lo que digan los creadores de tendencias.

-          La 'raya levitante', a la que ya hice referencia en un post anterior.

-          Cejas anaranjadas. Que pueden evitarse eligiendo un lápiz que no tenga tonos rojizos. Y debe hacerse porque tienen un efecto falso que no debe potenciarse (a no ser que se busque potenciarlo, que ahí ya allá cada un@).



Y sigo aprendiendo...

miércoles, 5 de junio de 2019

Como churros: sobre Tinder y Orgasmic Blush


Yo antes soñaba que me quedaban varias asignaturas para terminar la carrera, que tenía que volver a la facultad y que, claro, veinte años después, no había ningún compi al que gorronearle los apuntes. Ahora sueño que no soy beauty expert, que sigo lavándome la cara con jabón lagarto y que nunca dejé de escribir sobre sesudos libros que arrugan el entrecejo. Y os lo juro que me despierto con unos sofocos y unos espasmos que me hacen pensar si no estaré ya entrando en "esa etapa de la vida de la mujer'. Porque lo creáis o no, desde que me dedico a la divulgación estética me siento otra, tengo una confianza, un porte, un savoir faire, que no conocía en mi vida anterior. Y he decido que para completar esta nueva etapa en mi existencia necesito un novio. ¿Cómo se os queda el cuerpo? Sí, amigas, una Barbie, por muy independiente que sea precisa de un Kent, y yo ya no soy ese ratón de biblioteca que conocisteis, soy la ratita presumida y quiero echarme un ratito. 
Así que, como además una es una mujer moderna, sin prejuicios vigésimo seculares me he descargado una aplicación de contactos en el móvil. Segunda sorpresa del día. Es que no ganáis pa sustos conmigo. Ahora tengo que hacerme un perfil, redactar un pequeño texto sobre mí y sobre todo subir unas cuantas fotos. Descartada las imagenes de la orla y documentos de identificación, me quedan unas con mi prima en la pradera de San Isidro, donde el traje de chulapa me aporta un peligroso parecido con Doña Rogelia y dos más empujando la torre de Pisa en sentido contrario. Nunca me gustó retratatarme pero como os digo, llegó el momento de cambiar.


Para mi sesión de selfies vuelvo a traicionar la cosmética patria y me aplico otro de los productos más vendidos del mercado: el colorete, Orgasmic Blush de Naars. No hace falta que os explique por qué tiene tanto éxito. Tal cual, amigas, según sus creadores, su color, a medio camino entre el rosa y el melocotón, producen el mismo efecto en las mejillas que un buen revolcón. Y esto de ligar es como pedir un crédito en el banco, la única manera de tener éxito es convencerlos de que no lo necesitas. La verdad es que no es barato, pero tampoco prohibitivamente caro. 32 € me gasté el día que me enteré de su existencia, y de su condición de must de  la cosmética mundial. Pero hasta hoy no le había encontrado el momento.
Uy creo que se me ha ido la mano. Parezco Heidi hiperventilando. Voy a matizármelo un poco y luego os cuento.

martes, 4 de junio de 2019

Cosas que he aprendido en mis estancias en Youtube. Brillo, humedad y rocío


Esta iba a ser una entrada más sobre ojos pero, como lo de 'que brillen' se está aplicando ahora a casi todo, y está claro que gran parte de los últimos lanzamientos de las marcas de cosmética harían las delicias de cualquier urraca común, me da que restringir el tema a una zona daría una imagen equivocada. Del post y de la cara.

Y sí, he escrito 'post'. En este pulso aún no resuelto está ganando el inglés. Porque 'gloss' y 'glow' remiten a cosas 'cool', como un paseo mañanero en un cadillac descapotable por una carretera costera californiana; y porque cuando te enteras de que existe el 'dewy effect' piensas 'lo quiero!' antes de saber lo que es. Que sí, que rociado suena a fresco, a amanecer, a recién levantada (en una peli americana, no en la realidad y con legañas). El problema es que si se traduce como 'efecto rocío' a una le da por pensar en romerías y descendientes de folclóricas. Mucho menos 'trend' (con todos los respetos). Y todo esto sin entrar en el 'strobing': de 'iluminar ciertas zonas del rostro colocando estratégicamente algún producto que produzca destellos' a 'utilizar luz estroboscópica' (según la RAE, la que se utiliza "para la observación de cuerpos en movimiento, haciéndolos visibles a intervalos y confiriéndoles inmovilidad aparente por ilusión óptica"). Dónde va a parar...

Quedémonos por el momento con que todo lo brillante, iluminador, húmedo y jugoso es tendencia fuera de la 'zona T' y muy tendencia en los puntos sobresalientes de nuestros cráneos (pómulos, sienes, punta de la nariz, barbilla,...). Y ahora vamos a qué iluminar en el área de los ojos.

Se dice que un toque de una sombra clara y brillante en la esquina interior del lagrimal provocará una sensación de destello y apertura, bajo las pestañas interiores tendrá un efecto atrayente y con alguna textura tipo vaselina potenciará la apariencia de ojos húmedos, de esos que dan un aire como de “tengo pensamientos muy profundos que no voy a revelarte”. 

Y me he quedado con dos trucos más: repasar el lagrimal inferior con un lápiz claro hará los ojos más grandes (como comenté en otra entrada al hablar del beige), y pasar a ras de las pestañas de abajo un pincel (o el dedo) con una sombra/crema/colorete de un tono rosado-anaranjado dará un aspecto aniñado, ergo, rejuvenecedor.

A un paso de la Garbo me estoy viendo ya.

Cosas que he aprendido en mis estancias en Youtube. Brillo, humedad y rocío

Esta iba a ser una entrada más sobre ojos pero, como lo de ‘que brillen’ se está aplicando ahora a casi todo, y está claro que gran parte de los últimos lanzamientos de las marcas de cosmética harían las delicias de cualquier urraca común, me da que restringir el tema a una zona daría una imagen equivocada. Del post y de la cara.
Y sí, he escrito ‘post’. En este pulso aún no resuelto está ganando el inglés. Porque ‘gloss’ y ‘glow’ remiten a cosas ‘cool’, como un paseo mañanero en un cadillac descapotable por una carretera costera californiana; y porque cuando te enteras de que existe el ‘dewy effect’ piensas ‘lo quiero!’ antes de saber lo que es. Que sí, que rociado suena a fresco, a amanecer, a recién levantada (en una peli americana, no en la realidad y con legañas). El problema es que si se traduce como ‘efecto rocío‘ a una le da por pensar en romerías y descendientes de folclóricas. Mucho menos ‘trend’ (con todos los respetos). Y todo esto sin entrar en el ‘strobing’: de ‘iluminar ciertas zonas del rostro colocando estratégicamente algún producto que produzca destellos’ a ‘utilizar luz estroboscópica’ (según la RAE, la que se utiliza «para la observación de cuerpos en movimiento, haciéndolos visibles a intervalos y confiriéndoles inmovilidad aparente por ilusión óptica»). Dónde va a parar…
Quedémonos por el momento con que todo lo brillante, iluminador, húmedo y jugoso es tendencia fuera de la ‘zona T’ y muy tendencia en los puntos sobresalientes de nuestros cráneos (pómulos, sienes, punta de la nariz, barbilla,…). Y ahora vamos a qué iluminar en el área de los ojos.
Se dice que un toque de una sombra clara y brillante en la esquina interior del lagrimal provocará una sensación de destello y apertura, bajo las pestañas interiores tendrá un efecto atrayente y con alguna textura tipo vaselina potenciará la apariencia de ojos húmedos, de esos que dan un aire como de “tengo pensamientos muy profundos que no voy a revelarte”. 
Y me he quedado con dos trucos más: repasar el lagrimal inferior con un lápiz claro hará los ojos más grandes (como comenté en otra entrada al hablar del beige), y pasar a ras de las pestañas de abajo un pincel (o el dedo) con una sombra/crema/colorete de un tono rosado-anaranjado dará un aspecto aniñado, ergo, rejuvenecedor.
A un paso de la Garbo me estoy viendo ya.