A la tercera copa, le estoy pidiendo que me sirva de cobaya. Yo soy muy rigurosa y no me gusta recomendar un producto que no he probado, pero para disfrutar de este antes tendría que ingresar en los Hare Krishna. Al quinto vino trato de acariciarle su pelada cumbre y me ofrezco a lavársela como hacía Redford con Meryl Streep en Memorias de África. Antes de que pueda alzar mi mano para pedir una sexta ronda, mi Romeo se pone en pie y asegura que tiene un ineludible compromiso laboral (no sabía que los abogados pudieran estar de localizados como los médicos o los bomberos...).
No ha vuelto a responder a ninguno de mis mensajes. Cuando llegué a los tres dígitos dejé de achacarlo a una mala conexión de WIFI. Por el geolocalizador de la web de citas descubro que se halla en algún lugar cerca de Estambul. Creo que está considerando seriamente un trasplante de pelo...
![]() |
¿Qué habrá podido fallar? |
No hay comentarios:
Publicar un comentario