jueves, 29 de agosto de 2019

Glubpastral: el horóscopo de septiembre

He sido fan del horóscopo desde mi tierna adolescencia hasta el distante presente. De todo he tenido que oír en estos años: que si es una chorrada, que si no tiene base científica, que si ni siquiera corresponde con la posición actual de los cuerpos astrales, … Críticas hay muchas, pero reconozcamos que nunca nos lo saltábamos en el Nuevo Vale, que los perfiles sirven para los análisis de andar por casa (tod@s sabemos reconocer a un@ escorpio) y que leer las predicciones anima tanto como el primer sorbito de la primera copa. Ya lo de escucharlas de boca de Esperanza Gracia para much@s es la copa entera.
Por todo ello he pensado que compartir de vez en cuando lo que dicen los expertos en plan telegrama puede venirnos bien, y me lanzo ya.
Gluphoroscópica me pongo.

He sido fan del horóscopo desde mi tierna adolescencia hasta el distante presente. De todo he tenido que oír en estos años: que si es una chorrada, que si no tiene base científica, que si ni siquiera corresponde con la posición actual de los cuerpos astrales, … Críticas hay muchas, pero reconozcamos que nunca nos lo saltábamos en el Nuevo Vale, que los perfiles sirven para los análisis de andar por casa (tod@s sabemos reconocer a un@ escorpio) y que leer las predicciones anima tanto como el primer sorbito de la primera copa. Ya lo de escucharlas de boca de Esperanza Gracia para much@s es la copa entera.
Por todo ello he pensado que compartir de vez en cuando lo que dicen los expertos en plan telegrama puede venirnos bien, y me lanzo ya.
Gluphoroscópica me pongo. 

Glubpastral: lo que nos viene en septiembre
¿Agobios porque se acaba la playa y vuelven los madrugones? Calma. Sobre todo para la piel. Ahora tocan jornadas de hidratación a tutiplén para mantener la capa que está morena antes de que se caiga. Por mantener ese romance de verano no te preocupes tanto. Piensa que tú cuando te creces es en los momentos Aretha Franklin.
¿Y no será que la espalda te duele por todo lo que te echas encima? Un buen baño relajante, masajes y aprovechar el inicio de curso para volver al gimnasio pueden ayudar, pero quizá sea hora de plantearse delegar tareas. Y de darte algún capricho. Los helados valen, que acabó la temporada oficial de bikini.
Esta última luna nueva nos ha sentado bien, ¿ verdad? Pues ya sabes: a preparar el estuche y forrar los libros con toda esa energía. Septiembre viene cargadito de sorpresas. No digo ná…
Nada más adecuado para el signo más romántico que la cadencia de los atardeceres tras los días soleados. En vez de ponerte agonías con lo que vendrá, disfruta de la puesta de sol con esa sonrisilla de quien ha tenido un buen verano. Septiembre, al fin y al cabo, es un mes de tránsito; una especie de cinta transportadora en el calendario.
Está claro que te hubieses quedado por ahí de viaje en plan nómada permanente. De nada sirve llorar porque el periplo ha acabado. Ahora toca moverse en un territorio conocido, sí, pero más tuyo. Explora tu sabana. Además de mejorar el conocimiento del medio, ejercitarás las piernas. El otoño va a pedirte fuerzas extra.
Estar pendiente del cuerpo es muy sensato, pero escucharlo durante horas cual psicoterapeuta puede volvernos tarumbas. Llévalo a la playa o a la piscina, aprovecha los días aún cálidos para que tome el aire y entabla conversación con otros seres. Una cosa es cuidarlo y otra obsesionarse con él en plan madre de niño mimado.
Quizá no es que los astros se hayan aliado en tu contra ni que alguien te esté haciendo vudú. Lo más probable es que todo esto sea el momento que precede a una época realmente buena. Ya sabes, equilibrio.
Si lo de hacer cardio y comer cosas verdes para que se desvanezcan todos los rastros de unas copas de más a ti te funciona, adelante. Pasa de lo que digan otros. En septiembre habrá que mantener el ritmo, pero tú tienes energía para eso, y para más.
Una noche en vela charlando, escuchando música o mirando a las estrellas no le hace mal a nadie, si es elegida y no forzada. Puede que luego duermas gran parte del día, pero esa paz de espíritu a ver quién te la quita. Compensa el agua consumida con una mascarilla hidratante y las horas de sol perdidas con un paseo al final de la tarde. Reserva algunas fechas de septiembre para estos momentos místicos. El mes se presta a ello.
Hay gente que agota, sí. Pero, si lo piensas, tampoco merece mucho la pena pensar en ellos. Mejor invertir el tiempo en otras cosas. Y lo necesitas, no lo neguemos, porque acabas de volver y ya sientes crecer la desorganización. Aquí va una idea: compra un cuaderno bonito, divídelo en tres columnas y coloca en cada una lo que tienes que hacer, lo que quieres hacer y lo que crees que vas a hacer. Seguramente el resultado va a sorprenderte. Y habrás pasado un rato sin pensar en esos pesados.
Retener líquidos puede interpretarse de muchos modos: la carga emocional que arrastramos; tragarnos cosas que quizá deberíamos decir; algo que está ahí dentro y que no sabemos qué es, pero nos agobia, … Al fin, las consecuencias son visibles, y desanimadoras. Comencemos combatiendo los síntomas con diuréticos naturales y mascarillas de pepino helado, y busquemos soluciones en cosas abstractas, como las nubes. Lo concreto no siempre es la respuesta.
Antes de dejarnos llevar por la melancolía del fin del estío y la chapuza de la descamación, tomemos medidas. Ante todo, exfoliación. Frotando bien, para que caiga lo que sobra. Los cambios de estación piden un cambio de piel. La nueva mejor en tonos lilas, que es lo que dicen que va a llevarse este otoño.



lunes, 26 de agosto de 2019

Belleza de cannabis

En este mi personal estudio del mundo beauty me entero de que el cannabis es el último grito en cosmética (en mi época de filóloga nerd hubiera considerado la asociación 'cannabis' y 'grito' como un oxímoron difícilmente justificable pero quién se acuerda ya de eso...). Lo importante es que el cannabis sativa, cáñamo, hemp, 'cannabidiol' para los expertos o CBD para los que tienen prisa ha hecho su aparición en todo tipo de artículos de belleza: cremas, sérums, mascarillas, toallitas, boosters, exfoliantes, aceites, brumas, maquillaje y hasta crema de manos (aquí podéis encontrar una lista de los productos más populares...).

Y qué tiene este cannabis para ponernos tan lindas, os preguntaréis. Pues es calmante, antiinflamatorio antioxidante, relajante (esto se veía venir), hidratante y a diferencia de otras especies de las que se obtiene la marihuana o el hachís, no posee efectos psicotrópicos...  
... Nadie es perfecto...

miércoles, 14 de agosto de 2019

Nueva sección: las recetas de la abuela

A estas alturas nadie se sorprenderá si cuento que todos mis esfuerzos por estar al día en lo que se lleva y vende en el mundo de la cosmética van acompañados por la firme convicción de que es fundamental no olvidar lo de toda la vida, lo que se ha hecho siempre, lo que va más allá de las modas y demuestra, con el paso del tiempo, que si se mantiene será por algo. Las recetas de la abuela, vaya.
Conservar y practicar estas «fórmulas mágicas» cuando existen tantos productos en el mercado que las sustituyen sin problema a golpe de tarjeta tendrá sus motivos, supongo. Así, a bote pronto, se me ocurre que puede ser por tradición, por nostalgia o por eso tan socorrido de ahorrar tirando con lo que se tiene por casa. Aunque también podemos dar la vuelta a la tortilla y decir que nada más ecológico y menos consumista que preparar ungüentos con cosas comestibles, dejando de lado los plásticos tanto en formato micro como macro. Lo de ser modernas tiene eso: hacer de lo rancio tendencia es casi que un mandamiento de la nueva era.
Quede claro que yo no me dejo engañar. Aquí todo el mundo parece que ha descubierto la pólvora, pero hasta hace cuatro días usar la mayonesa como mascarilla y ponerse rodajas de pepino en los ojos no era ni natural ni eco-consciente; era hacer un apaño, y punto. Y de eso va esta nueva sección, de tirar de lo que se tiene a mano sin grandes complicaciones ni aspavientos. En todo caso, añadiendo un poco de confianza ciega, ingrediente esencial para conseguir el efecto placebo.
Aceite de romero para el pelo
Esto más que una receta es un ritual que mi abuela practicaba cada tres o cuatro meses en aquellos tiempos en los que no se hacía raro pasar el día en casa con un turbante. Su objetivo es dar brillo y textura al pelo seco.
El método es muy sencillo. Primero se recolecta romero (en el supermercado, en el campo o desplumando ese que compramos para hacer recetas de Jamie Oliver y milagrosamente sobrevive en el balcón). Una vez recolectado, se lava y se seca. Tras ello, se hace una infusión en aceite de oliva, se pringa el pelo con ella y se dejan pasar unas horas (mejor un día entero, y aún mejor un día y una noche). Luego se lava. Y listo.
A continuación lo explico más despacio y con dibujos, para que no surjan dudas.
Antes de que os lancéis a hacerme preguntas aclaro que las cantidades en este tipo de recetas son a ojo: a) un puñado; b) un chorro; c) de tamaño medio. O, aplicando la lógica, la cantidad de aceite y el tamaño de la sartén dependerán del largo y el volumen del pelo, la de romero de las anteriores. Digamos que el romero en el aceite tiene que ser suficiente para que el segundo se empape bien de sus propiedades, y al mismo tiempo tener espacio para moverse en la sartén.
Primero se calienta el aceite, luego se echa el romero y se retira la sartén del fuego. O, en otras palabras, el romero no se fríe: se hace con él una infusión.
Cuando se haya enfriado se moja en el aceite un algodón o un paño y con él se va aplicando en el pelo hasta que quede más o menos todo cubierto, insistiendo en las puntas. Después se cubre la cabeza (con una camiseta vieja, por ejemplo) y se hace vida normal (todo lo normal que puede ser con un turbante improvisado) para que nuestra pócima haga su efecto. Advierto que huele bastante mal.

martes, 13 de agosto de 2019

Como geisha por arrozal

Aquí sigo, tratando de sobreponerme a mi fracaso amoroso. Hay dos formas de enfrentar un desengaño y solo una te deja bien la piel. La primera, lo habéis adivinado es pillarse una buena cogorza, y por mucho que un puñado de coreanas haya decidido que los efectos de la resaca tienen su glamour (repásese mi post sobre el hangover make up); siempre es más recomendable la segunda: un buen tratamiento de belleza o, en momentos de penuria económica, como es mi caso: aplicarse una mascarilla, tumbarse en el sillón y concentrarse en las manchas de humedad del techo con el fin de no pensar ‘¿qué fue lo que hice mal?’.
Para momentos como este tenía reservado un producto made in Spain que estaba deseando probar. Se trata de la mascarilla purificante de la Albufera, la marca valenciana que fabrica cosmética a partir del Aceite de Germen de Arroz
 La mascarilla se vende en saquitos mono dosis que cuestan menos que un orujo (1,70€, en el herbolario de mi barrio, dos por 3.30€ en su web) y además de ser 100% natural y tener un diseño vintage que me chifla, me parece un zasca perfecto a la tan en boga cosmética asiática (tanto consumir arroz y potingues de belleza y que no se les haya ocurrido a ellos combinarlos...). La reflexión no es brillante, lo sé pero el tiempo de exposición de la mascarilla, cinco minutos, y mis intentos de esquivar el recuerdo de la noche fatídica no dan para más.
Lo primero que noto tras retirarme la mascarilla es que al contrario de con otras purificantes de arcilla y carbón no deja mi piel tirante. O sea que para aquellas con edad suficiente para recordar a Mazinger Z, va bastante mejor que las muy celebradas mascarillas detox de estos últimos años. 
Varios días después mi piel continúa tersa y luminosa. Eso sí, yo por dentro sigo sintiéndome como puta por rastrojos o para ser finos y en honor a esta nueva marca que pienso seguir explorando: como geisha por arrozal… 

martes, 6 de agosto de 2019

Os paso una nueva lista de apuntes recopilados a base de escuchar atentamente lo que dicen las gurús youtubers, en esta ocasión en relación con todo aquello que nos puede echar años encima. O, dicho de otro modo, maneras de evitar ser una chica de oro prematura.
– Pasarse con los polvos. Del mismo modo que con la acumulación de cumpleaños se alargan las resacas, se va notando más el peso del bolso y se tiende a reflexionar antes de calzarse unos tacones, a medida que van pasando los años a la piel le cuesta cada vez más aguantar todo aquello que se le pone encima que no puede absorber y, en consecuencia, tiene que sostener. De ahí el antipático ‘efecto acordeón’ que crean en los párpados las sombras en polvo. De ahí, también, los repetidos consejos destinados a evitar que, en un afán por homenajear a nuestra ya citada María Antonieta, la cara acabe por parecer una máscara de yeso cuarteada.
– Pasarse con el corrector, o con la base. Por el mismo motivo que lo anterior: cuanto más denso, más pesa, y más le cuesta a la piel sostenerlo. Por ello se recomienda aplicarlo a golpecitos, con idea de que penetre, y controlar las cantidades.
– Cualquier tipo de línea, sea la raya del ojo, el perfilador de labios o el arco de la ceja. Dicho en plan teorema, toda línea recta acabará siendo sinuosa cuando se aplique sobre una piel poco tersa. El secreto es difuminar.  Mucho mucho mucho. Y más. Pintar y pasar el pincel, el bastoncillo, el dedo o lo que sea para que no se noten contrastes.
– El código de barras. Especialmente cuando el color de los labios se cuela por las arrugas. De nuevo, difumínese. Aunque antes se haya utilizado un lápiz para resucitar ese claro perfil que nos salió a los catorce y empezó a desaparecer unas décadas más tarde, tras aplicarlo se recomienda difuminar. Lo de usar un perfilador transparente no acabo de verlo del todo claro, pero habrá que probar (Nota: poner en la lista de la compra) (Nota 2: posible ‘momento cobaya’).
– El colorín. Es decir, tonos subidos, colores fuertes, y en general todo lo que tienda a crear un ‘efecto payaso’. Lo que no quiere decir que una no pueda ponerse picassiana si le apetece. Simplemente, hay que partir de la premisa de que nos quitaremos años con marrones y rosáceos, y nos los pondremos pintarrajeando.
   Envejecer es un poco aburrido, la verdad. Con lo que me gusta a mí el colorete…