Quien tuvo buena noche no puede tener buen día. La sabiduría popular de mi abuela y su secreta afición por el anisete me dejaron esta máxima que hasta el día de hoy no he conseguido refutar. Pero como de lo que se trata en esta mi nueva vida de beauty expert es de desmontar mitos y superar traumas, arrastro mi cuerpo molido hacia el baño, dispuesta a paliar con mis recién adquiridos conocimientos los estragos del vino en mi piel.
Existen
productos en el universo cosmético que, de forma más o menos velada, se
anuncian como remedios a los destrozos del bebercio. Aquí aún no hemos llegado
a la sinceridad de la simpar Maria
Hatzistefanis, una griega muy cachonda que se ha hecho millonaria con veneno de
serpiente y sangre de dragón, y cuya firma Rodial comercializa la muy popular
Hangover Mask. ‘Hangover’, (para las monolingües) significa resaca, y la
mascarilla en cuestión se encuentra dentro de la línea Super Acids (os digo que
la tía tiene guasa), pero el único ácido que incluye es el glicólico, que
aunque tiene nombre espumoso solo se absorbe por vía cutánea. El producto cuenta
además con “tecnología probiótica que ayuda a fortalecer y proteger
la piel de las agresiones externas” y se vende en un pack con otra mascarilla
de sangre de dragón (prometo investigar de dónde la saca), una hidratante de
veneno de abeja y una limpiadora de células madre…
Yo no es que desconfíe de ninguno de estos remedios pero, qué queréis que os diga, estoy resacosa, no poseída. Además, el pack en cuestión viene saliendo por 50 euros, con botes tamaño aeropuerto. Pensará Maria, que si tienes dinero para ponerte ciega a Ouzo y acabar bailando el sirtaki a indecentes horas de la madrugada también deberías tenerlo para cuidarte un poco. No le falta razón, pero por ahora vuelvo al producto patrio. Luego os cuento.
Yo no es que desconfíe de ninguno de estos remedios pero, qué queréis que os diga, estoy resacosa, no poseída. Además, el pack en cuestión viene saliendo por 50 euros, con botes tamaño aeropuerto. Pensará Maria, que si tienes dinero para ponerte ciega a Ouzo y acabar bailando el sirtaki a indecentes horas de la madrugada también deberías tenerlo para cuidarte un poco. No le falta razón, pero por ahora vuelvo al producto patrio. Luego os cuento.
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