miércoles, 9 de octubre de 2019

Maquillaje para dummies: iluminación y contorno

En esta nueva entrega de nuestro curso «en línea» abordamos hoy asuntos esenciales y, para mucha gente, complejos; en gran medida, porque las marcas nos bombardean constantemente con productos que se anuncian con nuevos nombres y proclaman nuevas funciones, haciéndonos sentir pardillas que no se enteran de la misa a la media y nunca llegarán a estar a la última. Desterremos esa idea. Esto es mucho más fácil de lo que parece a primera vista.
Esencialmente, el maquillaje consiste en unificar el tono de la piel (lo que se consigue con la base y el corrector), dar color en donde favorezca (función del colorete) y crear un efecto de luces y sombras para esculpir el rostro. Esto último es lo que vamos a hacer hoy, y es para lo que sirven el iluminador y el contorno.
Si hemos llevado a cabo adecuadamente los pasos anteriores nuestra cara será una especie de «lienzo en blanco» sin ojeras, rojeces, manchas y marcas, ligeramente sonrosada en lugares estratégicos en caso de que hayamos aplicado el colorete en crema. Neutra y uniforme, pero plana, sosa. Nuestro objetivo es ahora dar volumen a los rasgos. Nuestra meta es convertirla en lo más que podamos llegar a parecernos a Sofia Loren.
Marcar los pómulos será lo más importante, y para hacerlo debe trazarse una línea que vaya de mitad de la oreja hacia abajo, en una diagonal que, sin llegar, se dirija a la comisura de los labios. Tan solo necesitamos un producto en crema de color marrón oscuro con una textura fácil de difuminar y un pincel plano. Trazamos con él esa raya y luego, si queremos ponernos en plan Miguel Ángel, rayas más finas en el nacimiento del pelo, rodeando el hueso de la nariz, en el pliegue del ojo y bajo el hueso de la mandíbula. Es decir, en todos los lugares en los que el cráneo se hunde hacia atrás.
Que nadie se asuste al encontrarse ante el espejo su cara transformada en una mamarrachada: esto lo vamos a difuminar.
En la mayor parte de los titulares colocan al mismo tiempo contorno y iluminador y los difuminan juntos, básicamente porque así se muestra mejor dónde van las luces y dónde las sombras. Desde aquí aconsejamos centrarse primero en la creación de sombras y pasar luego a las luces, porque así se controla mejor el proceso y se corrigen a tiempo las probables meteduras de pata. Por tanto, este sería el momento de, con un pincel limpio, una esponja o los dedos, extender el producto de tal modo que pasemos de la fase de pintura de guerra a la de rostro estilizado. Como todo, lleva práctica y cada cual deberá adaptar los conceptos generales a sus propias facciones. Cuando lo controlemos habremos alcanzado el grado de expertas en lo que en terminología guiri se llama «contouring» y, en traducción literal en la lengua de Cervantes, «contornear».
Pero aún no hemos acabado: tras crear las sombras debemos potenciarlas aportando luz. Y ahí entra el iluminador.
La diferencia entre corrector e iluminador es uno de los temas que más problemas genera a la hora de comprar y/o utilizar productos de maquillaje. «Los propios nombres lo indican», dirá cualquier espabilado. Y sí, lo hacen; pero los envases, las texturas y el hecho de que haya productos pensados para el contorno de ojos que al mismo tiempo tapan las ojeras y aportan luz (todo el mundo sabe cuál) confunden bastante.
Para aclararnos, el corrector debe parecerse al color de la piel y quedar depositado en ella cubriendo el tono que haya debajo, porque su objetivo es tapar las zonas decoloradas. El iluminador, por su parte, debe ser algo más claro y su textura no importa mucho, porque su única función es atraer la luz. Fluido, en crema o en polvo, un iluminador es algo ligeramente más blanquecino que aporta luz y, por tanto, volumen al lugar en el que se aplica. Lo de los brillos lo explicaremos en próximas entregas.

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