Aunque no todas las habitantes de
Francia –y ni tan siquiera las de París– tienen buen gusto y estilo, una
minoría ha dado buena fama al conjunto gracias a sus mañas para
colocarse las bufandas, lucir un buen pelo, perfumarse y maquillarse sin
que parezca que van maquilladas. En esto último cuenta mucho saber
pintarse los labios como si no los llevasen pintados, y de ello
hablaremos hoy.
La técnica es muy simple, pero también
muy importante. En vez de deslizar la barra por los labios se deben dar
pequeños toques, con ella o con el dedo, presionando.

La idea es que el producto vaya entrando
en la piel y fundiéndose con ella, para que parezca que el color sale
de la boca y no que se posa sobre ella. Para conseguirlo debemos tener
los labios bien exfoliados e hidratados, y conviene utilizar una barra
mate. En cuanto al color, las parisinas más admiradas suelen elegir los
intensos y combinar más de uno.

Con algo de pericia se va consiguiendo
el tono deseado y ese aspecto como de acabar de comer una piruleta.
Además, combinando tonos es posible poner en práctica algunos trucos,
como colocar los tonos más oscuros en el interior para agrandar el
labio.

Una vez hayamos acabado frotamos los
labios uno contra otro y besamos varias veces un pañuelo para que el
color quede bien fijo, pegado a la piel. A continuación limpiamos los
bordes para evitar el «efecto payaso».

Y ya. Una boca bonita y con ese efecto
de acabar de morderse los labios sin que dé la sensación de que nos
hemos maquillado. Y, en consecuencia, buen color en el conjunto de la
cara.
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