Esta semana damos un paso de gigantes
para abrazar una tendencia: las pestañas exageradamente largas y
definidas que se ven últimamente en las alfombras rojas y se han dado en
llamar «bambi»; no porque se inspiren en el dibujo de Disney (que no
las llevaba) sino porque su objetivo es conseguir esos ojos de
cervatillo asustado que tan bien lucieron las modelos de los sesenta.

El primer paso consiste en poner las
pestañas bien altas utilizando ese aparato del que ya hemos hablado
alguna vez; el que parece instrumental ginecológico de una muñeca. La
idea es agarrarlas con cuidado de no pillar carne, apretarlas con fuerza
y mantenerlas apretadas unos segundos. Algunas gurús dicen que se debe
comenzar por el extremo interior del ojo e ir llevando el aparato hacia
el exterior, para que vaya cogiendo ángulo. Pensad que las últimas
suelen dirigirse hacia la sien.

Cuando las pestañas estén bien bien
arriba, levantadas y tiesas, es el momento de pasar a la máscara, que
las mantendrá en ese sitio. Al abrir el envase el cepillo estará
embadurnado de producto (a no ser que se esté quedando ya en las
últimas) y conviene retirar la mayor parte para no vernos ahí en medio
de un pringue difícil de trabajar. De hecho, hay gurús que retiran casi
todo frotando con un pañuelo. Luego, y esto es importante,
debemos aplicarlo comenzando por las raíces y haciendo un movimiento en
zig-zag, de derecha a izquierda y viceversa, avanzando hacia las
puntas. La función de la máscara es espesar las pestañas (aparte de
teñirlas y colocarlas) y por ello debe haber producto sobre todo en la
base. La operación debe repetirse tantas veces como se crean necesarias.
A más capas, más pestañas.

El «efecto bambi» se logra cuando,
habiendo aplicado unas primeras capas de máscara, y sin dejar que se
seque, se invierte la posición del cepillo 90º y con la punta se
trabajan pequeños grupos de pestañas, uniéndolas. Aquí nos olvidamos del
zig-zag y pasamos a deslizar, de dentro hacia fuera, con algo de mimo.

El resultado debe aproximarnos lo máximo
posible a la cara que se nos pondría si estuviésemos brincando
tranquilamente por el bosque y de repente viésemos que un cazador nos
apunta con una escopeta. Como este es un maquillaje muy de muñeca,
conviene combinarlo con sombras, colorete y labios en tonos claros y
pastel.

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