martes, 23 de abril de 2019

El indulto del sulfato


¿Os acordáis de lo malos que eran los sulfatos para el pelo? Solo servían para hacer espuma, e impedían el proceso pírrico de liberar al cabello de toxinas porque eran tóxicos en sí mismos como las siliconas y los parabenos (en mis tiempos la silicona se usaba para otra cosa y de los parabenos ni hablábamos…). Era un componente químico y ya sabéis que la química tiene muy mala prensa. En fin, lavarte el pelo con un champú con sulfato era casi someterlo al carbono 14, un error garrafal.

Pero hete aquí que esto de los cosméticos se renueva y se revisa cada día, no es intocable como la Constitución ni infalible como mi abuela. Los sulfatos han empezado a levantar cabeza y, tras años de ignominia, acaba de salir una ley que no permite hablar mal de ellos (con la de leyes que hacen falta en este país).


Por twitter me entero (es que ahora además de bloggera soy twittera, que tengo más redes que los de la 2) que nuestro muy loado Champú de cebolla sin sulfatos está en un brete. El responsable de comunicación escribe este tweet, redactado sin duda entre la confusión nerviosa y las prisas del momento.

Tras varias lecturas frustradas me atrevo a reconocer mi incapacidad y le pregunto directamente por el motivo de su alarma. Atentamente me explica esto.

Pues eso, que los sulfatos ya no son el demonio y que ahora a ver cómo distinguen un champú sin sulfatos de otro exactamente igual, pero sin ellos, sin violar la nueva ley de Sanidad… Un dilema.

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