Todo aquel que lo haya experimentado sabe que navegar por las páginas del universo beauty horas y horas y horas (y horas y horas) conlleva un considerable empacho de rosa chicle, palabras escritas con k y vocablos en un inglés más kardashiano que shakespeariano.
![]() |
Revolución en tonos pastel |
![]() |
Oda al colorín y al buen rollo |
O 3ina, con un aire más internacional y los colores de los jerseys con los que Benetton nos alegraba el invierno en décadas pasadas.
La verdad es que yo me pongo cínica, pero hay cosas de este viaje que estoy disfrutando. Utilizando la terminología de la denostada dieta Dukan, creo que he pasado de la fase de ataque a la de crucero y, encontrándome en medio de la travesía, he de decir que dan buen rollo los colores vivos, la purpurina y el rollito salón de belleza de la Barbie.
Aunque menos, o nada, los 'tienes que', 'debes', 'necesitas' (must must must must must) que pueblan muchas de las páginas, recordándome que para ellos soy una consumidora, cual dependienta que te persigue preguntando qué vas a comprar. Quizá porque me he acostumbrado a deambular por Zara sin que aparentemente nadie se percate de mi existencia (o no se supone que de eso va la alienación de las metrópolis modernas?) o porque me ha convencido la consigna de Glossier ('el maquillaje es una elección').
Al hilo de esto último, dice Glossier que el maquillaje (el suyo) debe 'vivir contigo y no en ti' (en libre traducción); lo que va al encuentro de todas esas ideas sobre no dedicar más de quince minutos a la rutina del tuneo, pero en el fondo acaba sonando como cuando te dicen que comas yogures para alimentar la flora, que las bacterias intestinales son nuestras amigas. Aunque esta insistencia en lo 'natural' (una de las palabras clave del credo que las marcas repiten y l@s consumidor@s absorbemos de tanto oírlo/leerlo) como que no pega mucho con la promoción del rímel de colores, por ejemplo.
Quizá estoy planteándome más de lo necesario esto de la 'filosofía' de las marcas, pero me está pareciendo que el de la belleza es un universo lleno de contradicciones. Haz, compra, incorpora, prueba; rompe, elige, decide, prescinde; que no se note y que se vea; no cambies y revoluciona; sé tú misma... cambiando. Muy lenguaje de mercado, muy ventas, muy consume.
Al mismo tiempo, muy contradictoriamente humano. Eso me gusta.